La Ira. Ese impulso tan humano al que recurrimos para expresar nuestra rabia por algo o hacia alguien. Ese sentimiento que puede resultar tan liberador unas veces y tan perjudicial otras. La Ira nace de la falta de aceptación de una situación, de una opinión, de una verdad, de una mentira... Cuando no aceptamos algo, surge esa rabia y esa impotencia de no poder cambiarlo o modificarlo, que rápidamente, y muchas veces sin que ni siquiera nos demos cuenta, se convierte en enfado. Y no es otra cosa mas que nuestro EGO llamando para salir. Y nosotros, como buenos humanos a los que nos gusta tropezar tantas veces con la misma piedra, le dejamos que salga. Y no solo le dejamos salir, lo cual a veces es bueno y se llama AMOR PROPIO, sino que lo inflamos y nos empecinamos en que nosotros, y solo nosotros, llevamos la razón. Y, ¿cuántas relaciones (sentimentales, de amistad...) no se habrán destrozado gracias a ese ego desmesurado en forma de enfado? Es una pena. Nos creemos los mejores, y los dueños de todo. Y nos creemos en el DERECHO de enfadarnos con los demás porque no nos gusta lo que escuchamos. Y si bien es cierto que tenemos derecho a cabrearnos, también lo es que hay maneras y maneras.
El otro día le dije a alguien cercano y querido lo siguiente: "¿Te puedo decir algo sin que te enfades, y a modo de opinión?". A lo que él me contestó: "¿Por qué no puedo enfadarme? ¿Acaso no tengo derecho a enfadarme? ¡Déjame que me enfade!"
En ese momento solo atiné a contestarle: "¡Si yo te dejo! Pero es que si te enfadas conmigo, me acaba perjudicando a mí porque me acabo sintiendo mal yo".
Y ahora me doy cuenta de que la respuesta "impulsiva y torpe" que le di, guarda detrás una respuesta mucho más profunda. El caso es que sé que muy probablemente esa persona va a leer esto, así que aprovecho y me dirijo personalmente a ti. Claro que tienes derecho a enfadarte, como todos. Pero tienes dos opciones: la primera es enfadarte para ti. Con alguien, sí, pero para ti; te cabreas y no lo pagas con nadie. Y aprovecho también para decirte lo que tú mismo una vez me dijiste: tienes dos trabajos; enfadarte y desenfadarte. Es tarea doble.
La segunda opción es que al enfadarte, lo pagues con los demás. ¿Y sabías tú que acabas haciendo daño a la gente? Esta segunda opción es la que solemos escoger todos casi siempre.
No sé si alguien habrá pillado por donde voy, pero a lo que me refiero es a que CLARO QUE TENEMOS DERECHO A ENFADARNOS, pero NO NOS CREAMOS EN EL DERECHO DE PAGARLO CON LOS DEMÁS. Puedes enfadarte con alguien, pero más vale dejar que el ego de ambos se deshinche, y después hablarlo, que encenderse cada vez más y más y acabar explotando y soltando sapos y culebras por la boca.
Hay gente más irascible que otra, unos tienen más paciencia, otros más asertividad... Realmente cada uno es como es. Yo, por ejemplo, tengo una habilidad nata para enfadarme con mi hermana; no tengo paciencia con ella, me resulta una personita muy difícil de llevar. Más difícil de llevar que yo, que ya es decir. Ya sabéis lo que dicen; de tal palo, tal astilla. Sin embargo con el resto de personas de mi alrededor no me suelo enfadar casi nunca. Rara es la vez que me han visto enfadado; algo muy grave me tendrían que hacer.
Y sin embargo, la persona de la que os hablaba antes sí que es fácilmente "cabreable". Y yo tengo la increíble facilidad de hacer enfadar a la gente. Supongo que con esto, me gustaría pedirte, a ti y a todos, que, al igual que tú me dices que me tengo que trabajar la paciencia, nos la trabajemos todos un poco más, en la medida de lo que podamos y las circunstancias nos lo permitan. A veces, ser amables con los demás no es lo más fácil; menos aún cuando esa persona tiene lo suyo... pero pensemos. Y es que cada uno tenemos lo nuestro. Todos somos, en cierto modo y en mayor o menor medida, insoportables. Y sin embargo, seguimos teniendo a gente que nos quiere como somos, con todo y a pesar de todo. Además, detrás de cada persona hay un mundo de circunstancias y situaciones, muchas veces tan desagradables, que si llegáramos a conocerlas todas, dejaríamos de juzgar el por qué esa persona se comporta de tal o cual manera. El por qué esa persona se enfada con tanta facilidad. El por qué esa persona es tan difícil de llevar. El por qué alguien tiene tan poca paciencia, tan poca asertividad. El por qué alguien da tan poco afecto; porque cada uno da lo que tiene. No puedes exigirle a alguien que ha vivido toda su infancia y juventud en un ambiente de reproches y malas palabras, que sea la persona más cariñosa del mundo de la noche a la mañana. Porque no lo ha aprendido así. Porque nadie le ha enseñado. Está en nuestra mano cambiar esa programación que nos han metido en la cabeza desde pequeños y decidir ser nuestra mejor versión. Decidir ser las mejores personas que podamos llegar a ser. Claro que no es fácil, y claro que es un camino pedregoso y que implica salir de nuestra zona de confort. Pero llegará a valer la pena por el mero hecho de ser tú. De ser yo. De ser nosotros mismos, no dejándonos manipular ni influenciar por el entorno. Siempre escuchando los consejos de los demás, sus opiniones, sus puntos de vista. Pero teniendo nosotros la última palabra sobre nuestras decisiones y acciones, porque por algo, es nuestra vida. Tu vida. MI VIDA. ¿Y tendremos que tener derecho a vivirla como queramos?
Pero no haciendo daño a los demás, dejándonos llevar por la ira, el ODIO o el rencor.
Queda un gran trabajo personal por delante. Seguimos aprendiendo.
Always on the road.
-"Nico".
Buenos días Nico. Me acabo de releer tu post, porque lo había leído, pero lo cierto es que hasta que no vives de cerca una situación como la que describes, no te das cuenta de la verdad que encierran todas las palabras que tu has expresado tan bien. Digamos que una persona con la que tenía una amistad muy bonita, hace pocos días sacó de quicio una situación. En ningún momento se dio asertividad, solo ira, enojos, reproches, que tampoco eran del todo ciertos. No voy a negar que tuve mi parte de culpa, quizás porque soy en extremo reservada algunas veces, pero creo que también tengo derecho a vivir mi vida y hacer mis planes. Es curioso como esa persona me hizo sentir tan mal que durante unos días me sentí la única culpable hasta que un día me levanté, reaccioné y me di cuenta de que yo no era la mala de la película y que quizás estaba revirtiendo en mi , pues todo lo que tu has explicado muy bien en tu post. Me pidió perdón, y he perdonado por supuesto, pero las cosas no volverán nunca a ser como antes o por lo menos tardaran mucho tiempo. No sé pueden perder los papeles con alguien que salvo contadas excepciones ha estado ahí, siendo el hombro en el que llorar y la risa en la que reflejarse. Y curiosamente, creo que se acordará de su ego y de sus palabras hirientes cuando se de cuenta de que quizás quien perdió a una verdadera amiga con la que podía contar para todo ha sido esa persona, porque en lugar de preguntarme a mi, hizo caso a su mente, a sus pensamientos que nada tenían que ver con la realidad y muchas veces cuando hacemos caso a nuestra mente, a nuestro ego, al final solo nos convertimos en focos de dolor y sufrimiento, para nosotros mismos y para los demás.
ResponderEliminarGracias Nico por tu post y por tu ultima frase: Queda un gran trabajo personal por delante y soy la primera que se lo aplica.
Creo que los humanos tenemos muchos defectos, y la Ira viene a ser uno de los más comunes. Y hay gente que sabe manejarla mejor que otra. Y quien no sabe hacerlo, pero tampoco sabe pedir perdón, y aún así lo hace, tiene mucho valor.
EliminarMarta, de corazón te digo, y habla ahora mismo un corazón encogido por las circunstancias, que necesita escribir, pues no puede hacer otra cosa, que si realmente quieres a ese amigo tuyo, y te sabes querida por él, OLVIDES aquel dolor, que espero que un año después de que ocurriera no te pese demasiado, y seas capaz de perdonar de verdad. No de boquilla, no de palabra. Sino de obra. No de intención, sino de acción. Llámale, si es que aún no lo has hecho. Habla con él. Habla de aquel día en el que tanto te hirió. Pero háblale también de que los malentendidos existen; de que la gente se equivoca; del poder del perdón. Creo realmente que la vida es demasiado corta como para andar quedando mal con la gente a la que queremos, por orgullos y egos de m*erda, por dolores que solo existen en nuestra mente, por vergüenzas y miedos.
Yo, por mi parte, sé que no es el momento indicado para hablar con mi amigo, ni para él ni para mí. Pero cuando llegue el tiempo y el lugar correctos para sincerarse, sé que lo haremos, y que podremos llegar a hacerlo de manera pausada, serena, y desde un cariño que no desaparecerá, pues es imposible.
De hecho, la única forma de que el cariño desaparezca, es que alguien se empeñe en romperlo. Y no a fuerza de fuego de dragón, sino de rabia, odio, rencor y resentimiento.
Quizá me haya pasado de la raya, dando una opinión no pedida e incómoda, cuanto menos, pero he sentido esa necesidad de escribir para liberarme, y necesitaba yo también liberarme de esto que llevaba dentro desde hace tiempo.
Espero, Marta, que este año te haya ido bien, que hayas podido vivir, pues de eso se trata, y que hayas disfrutado, que es lo que le da sentido a este sinsentido que llamamos vida.
Un abrazo.
— "Nico".
(1a parte)
EliminarHola Marta. Hoy, releyendo el blog, me he encontrado con tu comentario. Hace ya un año que maquinábamos todas estas cosas, parece mentira.
Pero hoy debo decirte algo en alusión a lo que describiste en tu respuesta a mi post.
Obviamente es tu vida, y no soy yo quién para meterme en ella, de lo cual peco en ocasiones. Sin embargo, me permitiré darte mi opinión al respecto de lo que pusiste un año atrás, y que, visto ahora con perspectiva, espero que nos haga recapacitar a todos de alguna manera.
Creo que en un momento de ira (o en varios) se pueden decir, o incluso llegar a hacer, cosas muy desagradables. Por supuesto, tantísimas veces vemos el motivo del enfado tan desproporcionado a los actos del otro (o incluso de los nuestros) que la artillería más pesada da la cara y te muestra una realidad que no querrías ver; que no mereces; que no merecéis. Es completamente lógico sentirse dolido al principio, sobre todo cuando quieres mucho a una persona (a un amigo, familiar, etc), y de la noche a la mañana, dicha persona se ha convertido en un ogro irreconocible que escupe fuego por su boca arrasando con todo lo que pilla. Y es normal enfadarse. Es normal molestarse por eso que te ha dicho o hecho en un momento de calentón, más aún cuando esa persona no sabe controlarse, por los motivos que sean. PERO (y siempre tiene que haber un "pero", ¿verdad?), si bien es verdad que es normal sentirse incluso decepcionado (ahí el truco está en no poner muchas expectativas en nada ni en nadie), también es cierto que todo el mundo merece una segunda oportunidad. Y la tercera y la cuarta (y las sucesivas, si las hubiera) somos nosotros quienes decidimos darlas. Por supuesto que es complicado dejar de lado el dolor que te ha producido una persona o una situación; al principio te aferras a ese "yo perdono pero no olvido", y al final, acabas dándote cuenta de que si no olvidas, jamás estarás en paz. Siempre estarás dolido. Siempre guardarás ese resentimiento en tu corazón.
No hablo en vano; un amigo muy querido me mandó a la mierda hace tres semanas. Dolió. Porque sabes que no te lo mereces. Y sin embargo, por mucho que no conpartamos sus motivos, por mucho que no sea justificable, siempre hay algo detrás. Y solo comprendiendo todo el dolor que esa persona alberga tras de sí, eres capaz de entender, que ni siquiera te lo decía en serio. Que cuando la ira nos ciega, perdemos el control. No somos nosotros mismos, o tal vez seamos nuestra más primitiva expresión; pero sea como sea, nosotros no queremos ser así.
Y ha habido algo que me ha llamado la atención al releer lo que escribiste: te pidió perdón. Son seis letras que algún personajillo inventor de las palabras juntó por azar y a las que quiso dar un significado.
Y es tal el significado de las palabras, que la intención que muestran puede llegar a ser tan cristalina como el propio agua de un río. Y es tan profunda la misión de ciertas palabras, que en función de cómo las uses pueden construir o destruir a una persona. Pero además, tienen tanto valor como el que nosotros les queramos dar. Y yo no conozco a ese amigo tuyo, pero normalmente, nuestro EGO nos dificulta muchísimo decir ciertas cosas. Por ejemplo, pedir perdón. Si ese perdón fue sincero, como sé que lo ha sido el de mi amigo, tres semanas después de escupirme el fuego de dragón que no podía emplear contra nadie más, entonces, valdrá la pena que esas cosas que dices que no podrán volver a ser como antes, lo sean.
Gracias a ti por compratir algo tan personal.
ResponderEliminarHola Marta. Hoy, releyendo el blog, me he encontrado con tu comentario. Hace ya un año que maquinábamos todas estas cosas, parece mentira.
ResponderEliminarPero hoy debo decirte algo en alusión a lo que describiste en tu respuesta a mi post.
Obviamente es tu vida, y no soy yo quién para meterme en ella, de lo cual peco en ocasiones. Sin embargo, me permitiré darte mi opinión al respecto de lo que pusiste un año atrás, y que, visto ahora con perspectiva, espero que nos haga recapacitar a todos de alguna manera.
Creo que en un momento de ira (o en varios) se pueden decir, o incluso llegar a hacer, cosas muy desagradables. Por supuesto, tantísimas veces vemos el motivo del enfado tan desproporcionado a los actos del otro (o incluso de los nuestros) que la artillería más pesada da la cara y te muestra una realidad que no querrías ver; que no mereces; que no merecéis. Es completamente lógico sentirse dolido al principio, sobre todo cuando quieres mucho a una persona (a un amigo, familiar, etc), y de la noche a la mañana, dicha persona se ha convertido en un ogro irreconocible que escupe fuego por su boca arrasando con todo lo que pilla. Y es normal enfadarse. Es normal molestarse por eso que te ha dicho o hecho en un momento de calentón, más aún cuando esa persona no sabe controlarse, por los motivos que sean. PERO (y siempre tiene que haber un "pero", ¿verdad?), si bien es verdad que es normal sentirse incluso decepcionado (ahí el truco está en no poner muchas expectativas en nada ni en nadie), también es cierto que todo el mundo merece una segunda oportunidad. Y la tercera y la cuarta (y las sucesivas, si las hubiera) somos nosotros quienes decidimos darlas. Por supuesto que es complicado dejar de lado el dolor que te ha producido una persona o una situación; al principio te aferras a ese "yo perdono pero no olvido", y al final, acabas dándote cuenta de que si no olvidas, jamás estarás en paz. Siempre estarás dolido. Siempre guardarás ese resentimiento en tu corazón.
No hablo en vano; un amigo muy querido me mandó a la mierda hace tres semanas. Dolió. Porque sabes que no te lo mereces. Y sin embargo, por mucho que no conpartamos sus motivos, por mucho que no sea justificable, siempre hay algo detrás. Y solo comprendiendo todo el dolor que esa persona alberga tras de sí, eres capaz de entender, que ni siquiera te lo decía en serio. Que cuando la ira nos ciega, perdemos el control. No somos nosotros mismos, o tal vez seamos nuestra más primitiva expresión; pero sea como sea, nosotros no queremos ser así.
Y ha habido algo que me ha llamado la atención al releer lo que escribiste: te pidió perdón. Son seis letras que algún personajillo inventor de las palabras juntó por azar y a las que quiso dar un significado.
Y es tal el significado de las palabras, que la intención que muestran puede llegar a ser tan cristalina como el propio agua de un río. Y es tan profunda la misión de ciertas palabras, que en función de cómo las uses pueden construir o destruir a una persona. Pero además, tienen tanto valor como el que nosotros les queramos dar. Y yo no conozco a ese amigo tuyo, pero normalmente, nuestro EGO nos dificulta muchísimo decir ciertas cosas. Por ejemplo, pedir perdón. Si ese perdón fue sincero, como sé que lo ha sido el de mi amigo, tres semanas después de escupirme el fuego de dragón que no podía emplear contra nadie más, entonces, valdrá la pena que esas cosas que dices que no podrán volver a ser como antes, lo sean.