domingo, 13 de abril de 2025

Post 13 de abril DOMINGO DE RAMOS

Aclamamos a cualquiera que pasa por la calle, montado en una burra, 

Queremos parecernos a ese que va montado en un pollino 

Admiramos todo aquel que nos habla desde la verdad, aunque al poco lo crucifiquemos. 



Los Aranceles que queremos aplicar a nuestra vida, donde los ponemos, a quién le dejamos que nos cobre los impuestos... a donde vayan mejor empleados. 

La protección de lo nuestro, por encima de lo extraño, lo diferente... Cómo es mejor protegernos, de cualquier agresión, ocultarnos, taparnos la cara y no mirar a nuestro lado. El que pasa al lado, lo vemos como un enemigo, o como una amenaza, o más bien sería que nosotros somos los que amenazamos... 


Entre mis alumnos, durante esta semana, nos hemos estado preparando para recibir a Jesús, cuando entre en Jerusalén. Para ello, les he preguntado cuáles son los héroes que ellos siguen, a quienes aclaman para levantar las palmas o los ramos de olivo.  

Y fijaros que casualidad, que la mayoría han escrito que sus héroes son los padres. Tierna edad, donde todavía no se han roto los moldes de la infancia, donde el héroe pasará a ser el villano cuando tengamos que dejar bullir las hormonas de sus tiernos cuerpos.  

Tendremos que romper moldes para avanzar, para crecer como personas. Quizás los moldes están hechos para romperse, partiendo que, si no hay molde, no hay figura, a la que hay que limar las aristas típicas del molde. Aquí recuerdo cuando hacíamos las figuras de escayola en esos moldes de silicona, más o menos complicados. A los que había que darles color, después de lijar.  

Todo buen molde está hecho para sacar figuras a su misma hechura, está hecho para ser roto, para evitar que se rompa del todo y pueda ser reutilizado, debe ser de una sustancia no muy rígida, aunque suficientemente resistente para aguantar el peso de la masa, y el calor de la misma. 

Los moldes rígidos aguantaban pocas figuras que estallar, y sin embargo los moldes de silicona aguantaban varias figuras que desencajar. Para sacar estas últimas había que poner del revés. Darnos la vuelta, por dentro, ponernos la tripa de fuera. Echar el estómago. Y ponernos haciendo el pino, cabeza abajo, para poder ver las cosas desde otro lugar. Quizás así nos veamos con algo más de cordura, porque cordura no hay ninguna... 



Pero después de esta abultada introducción vayamos al meollo. Hoy quiero dedicar este post a las personas que no se lo creen, todavía, a los que están pasando por un momento malo, y se ven, como aquel paseando por las calles, entre el bullicio y no saben de qué va el asunto.  

A Los que se sienten fuera de lugar, y aun así pelean para ser ellos mismos, aunque sea, sin bajarse del burro. Pues a esos va dedicado mi pensamiento. Especialmente a una alumna, que no se lo cree, pero que está peleando por llegar a creérselo.  

Hoy os tengo que decir una cosa, no está mal, sentirse mal, no está mal expresar que no me encuentro bien, o que algo no me gusta. No todo ha de estar siempre bien, porque la realidad no está bien, siempre. Incluso está muy bien, llevar la contraria de vez en cuando, pues de eso se trata de sacar la cabeza, levantar la mano, ser el que protesta, o quien no va como todo el mundo. 

Yo soy experto en hacer lo contrario a lo que todo el mundo hace, o lo que todo el mundo espera de mí. Pero porque si alguien me dice cómo debería de ser, es cuando descubro que me encuentro mejor haciendo lo contrario... esto es un lío, pero soy así, y así me gusta como soy. 

Hay algo que se nos olvida, y viene ya en la misma biblia, y es que estamos destinados a hacer algo maravilloso. Algo grande, a ser santos. Que no buenecitos, calladitos, o chismosos, o quejicosos. Eso se nos da bien, nos cuesta más ver que se puede hacer algo grande, sin llamar mucho la atención, pero que marque para siempre la vida de las personas... Os voy a contar un cuento, aunque eso me de fama de abuelo turuleta... 



No es mío, es de Jorge Bucay creo, que alguno bueno tiene. 

Una mujer elegante se detuvo frente a un vagabundo. Él la miró con desconfianza. –¡Vete de aquí! –gruñó el hombre. 

Pero ella se quedó de pie, sonriendo. 

–¿Tienes hambre? –le preguntó. 

–No –respondió él sarcásticamente–. Acabo de cenar con la reina. Ahora largo. 

La mujer soltó una carcajada y tomó al vagabundo del brazo. 

–¿Qué hace? ¡Suélteme! –dijo él, molesto. 

–Le estoy ayudando a levantarse –respondió ella. 

Un policía se acercó. 

–¿Todo bien, señora? –preguntó. 

– Sí oficial, solo quiero invitar a este señor a comer algo rico. 

El policía miró al hombre y luego a ella. 

–¿Segura que quiere ir a comer con el viejo Facundo? 

– Claro que sí. --- respondió la mujer emocionada. 

El hombre intentó resistirse. 

–¡No quiero ir! –protestó. 

El policía lo levantó con firmeza. 

–Vamos, viejo, esta es una buena oportunidad para ti –le susurró al oído. 

Con algo de dificultad, la mujer y el policía llevaron al hombre a la cafetería y lo sentaron en un rincón. El lugar estaba casi vacío. 

El gerente se acercó, molesto. 

–¿Qué está pasando aquí, oficial? 

-–Esta señora lo trajo aquí para que coma algo –respondió el policía. 

El gerente cruzó los brazos. 

–¡Aquí no! Tener a alguien como él aquí es malo para mi negocio. 

El viejo Facundo sonrió tímidamente. 

–Señora, le dije que no quería venir. Me voy. –dijo. 

La mujer se giró hacia el gerente y sonrió. 

–¿Conoce usted a la corporación CS y Asociados?  

–preguntó ella con una sonrisa.  

–Sí, claro –respondió el gerente–. Realizan importantes eventos aquí. 

–¿Gana bien con esos eventos? –preguntó la mujer. 

–Con todo respeto, ¿qué tiene que ver eso? –contestó el gerente. 

–Soy Clara, la compañía es familiar y actualmente soy la presidenta. - Dijo ella. 

El gerente quedó paralizado. 

–Oh, perdón, no sabía... yo... disculpe –balbuceó. 

La mujer sonrió. 

–Pensé que eso cambiaría su actitud –dijo, mirando al oficial, quien apenas aguantaba la risa. 

–¿Le gustaría almorzar con nosotros, oficial? –preguntó ella. 

–No, gracias. Estoy en servicio –respondió el oficial. 

–Entonces, ¿la especialidad de la casa para llevar? –insistió ella. 

–Sí, señora. Eso estaría bien –respondió el oficial. 

El gerente, visiblemente avergonzado, salió rápidamente a traer el pedido. 

El oficial observó y comentó: 

–Usted lo ha puesto en su lugar. 

–Esa no era mi intención –dijo ella–. pero si estoy aquí es por una buena razón. 

Se sentó frente al viejo Facundo. 

–Facundo, ¿te acuerdas de mí? –le preguntó. 

Él la miró. 

–No sé... –dijo–. Se me hace familiar. 

–Hace muchos años, cuando tú eras mesero aquí vine una vez por esa misma puerta, muerta de hambre y frío –le explicó ella. 

Al ver las lágrimas en sus ojos, el oficial se sorprendió. 

–Estaba recién graduada, sin trabajo, y casi sin dinero. Se lo comenté a Facundo, mientras disfrutaba un sanguche y un café. Y él tuvo el hermoso gesto de pagarlo con sus propinas, para ayudarme ¡Sin conocerme! 

–¿Así que se volvió importante? –preguntó el viejo Facundo. 

–Sí, con el tiempo encontré trabajo y, con esfuerzo y la ayuda de Dios, empecé mi propio negocio –respondió ella, sacando una tarjeta de su bolso–. Cuando termines aquí, quiero que vayas a ver al señor Ruíz. Estoy segura de que te conseguirá algo en la oficina. Y si lo necesitas, te daré un adelanto para que compres ropa y consigas un lugar donde quedarte. 

–¿Cómo voy a agradecerle? –preguntó Facundo, a punto de llorar. 

–No me des las gracias. A Dios dale la gloria. Él me trajo hasta ti –respondió ella. 

Antes de irse, la mujer se detuvo frente al oficial. 

–Gracias por tu ayuda, oficial –dijo. 

–Al contrario, señora –respondió él–. Gracias a usted, acabo de ver un milagro. Muchas gracias por el almuerzo. 

Hoy quiero recordarte algo simple pero poderoso: la bondad siempre deja huella. Puede que no lo veas al principio, pero lo que ofreces a los demás, tiene una forma especial de regresar. 

La mujer de la historia recibió un pequeño gesto de Facundo, quien le compró algo de comida sin esperar nada a cambio. Ese simple acto, aunque él no lo sabía, significó mucho para ella. Y cuando ella triunfó, no olvidó lo que él hizo por ella. En la medida de lo posible, SÉ UNA BENDICIÓN PARA OTROS.  

Haz el bien sin mirar a quien. Y no dudes del impacto de tus acciones. Tantas veces escuchamos a nuestros amigos, familiares o gente que se cruza en nuestro camino, quejándose por tener un mal día, una crisis, un problema. Es muy fácil juzgar y criticar al resto, o seguir de largo, sin detenerse a pensar en las luchas que enfrenta esa persona. Y realmente no cuesta nada darle buenos ánimos. No cuesta nada decir, "No estás solo, estoy aquí si me necesitas" No cuesta nada decir "Todo mejorará, pensemos juntos en una solución" No cuesta nada, escuchar y acompañar en silencio a quien necesita nuestra compañía, con un abrazo, o con compartir una taza de café. Hay muchas formas de ayudar a nuestro prójimo. Por eso, nunca subestimes el poder de un acto de bondad. 

 

Pues eso mismo, se puedes hacer cosas extraordinarias, que nos hagan estar por encima de los demás, que no hace falta que sea ir tocando a bombo y platillo, aquí ha venido la super-star, pero que marquen la vida en el momento, la nuestra y la de las personas que nos rodean, y que más lo necesitan. 

Yo estoy en un momento, donde voy tomando de aquí y allá aquello que veo más aprovechable de cada persona o situación que me choca, que me toca vivir de cerca, y ahí voy asimilando, como esponja, todo lo bueno de mi alrededor...  

Y si veo que alguien quiere empujarme al lado oscuro, enseguida cierro compuertas, para no tomar nada que me oscurezca o que no me deje brillar.  

Sé que brillo, por la luz que reflejo de todo lo bueno que veo alrededor; que os puedo prometer que hay mucho y muy bueno. Os podría enumerar aquí mi día a día, pero no es necesario. Porque eso es mío, y de quien se encuentra conmigo.  

Así que te invito a juntarte a gente de verdad que sea luminosa, que seamos espejos, que seamos aquella persona que suma, que no seamos de los que quieren ocultar la luz que se ve o que llevan dentro.  

Nuestra luz está hecha para brillar, para ponerla en el candelero, para subirla a una burra, o a un pedestal, pero no como simple adorno, sino para lo que están hechas, para brillar. 

Y si estás en un momento donde no ves esa luz, o donde no ves que tienes tu espejo, date tu tiempo, para darle la vuelta al cristal que lo tienes por la parte opaca; date la vuelta, del revés se ve mejor, no tienes que hacer mucho, sólo estar cerca de los que de verdad iluminen, y que reflejen la luz del sol, que será la que nos haga ver la realidad, y la que nos descubra las sombras que todos llevamos.  

Pero que son sombras de nosotros mismos, no hace falta mirar al otro, porque no queramos ver nuestra propia oscuridad, pero mi parte opaca, también tiene su función, servir de espejo y reflejar la luz para que este mundo deje de engañarse.  

Así empezaremos a vernos como realmente somos. Enfrentarnos a un espejo es lo que mucha gente teme, porque no nos gusta vernos como somos. Nuestros ojos miran alrededor pero no nos vemos a nosotros mismos hasta que no nos enfrentamos a un buen espejo, nada de ver deformidades, nos vemos como somos y como estamos en el momento que estamos.  

Y te puedo asegurar que cuando aceptes y te reconozcas, empezará a cambiar tu semblante y tu luz se intensificará más que nunca. Sólo hay que ponerse delante del espejo, que son los demás, y ser espejo... Que ya lo somos,  

Alguien que nos ve, lo que está viendo en nosotros es su propia imagen reflejada... así que ánimo y a descubrirse. 

Yo me quito el sombrero y me inclino ante todos aquellos que están en esa tesitura, de descubrirse, tal y como son...  

Yo tampoco lo sé muy bien, lo que soy, lo que veo a mi alrededor si me gusta, porque veo pequeños destellos de lo que soy en los demás, y eso me alegra.  

Que la gente se acerque a ti, porque se ven ellos mismos, eso también me gusta.  

Y sin pretender nada estrambótico ni rocambolesco, solo pretendo ser yo, para lo que me ayuda que tú seas tú, y nos dejemos de gilipolleces (uy perdón)  

Cada uno somos diferentes, pero en el fondo somos más iguales de lo que muchos querrían, todos queremos ser felices, y que nuestra felicidad sea compartir lo que somos y lo que vamos construyendo. 

¿cuento contigo para construirme? Yo ya lo hago, sin expresarlo así de directamente, pero es lo que me gustaría, que sinceramente, siguieran acercándose a mí, personas con esa lucecita tambaleante, tintineante, que quiera aumentar mi luz y la suya... Puesto que juntos somos más fuertes, dentro de nuestra soledad.  

Puesto que la decisión es sólo de uno mismo, ni de mi psicólogo, ni de mis padres, ni de mis hijos, cada uno debe poner su luz en el candelero, para iluminar tanta oscuridad... 

Y ya para despedirme, os aviso que no me he olvidado de aquel concurso que lancé en mis redes, del sorteo de un libro de Cáncer, Colo y Amor... Y ahí os remito para que salgan dos ejemplares para dos seguidores que cumplan los requisitos que ahí voy poniendo... acude a acompañarme @julianreligion  

Post 13 de abril DOMINGO DE RAMOS

Aclamamos a cualquiera que pasa por la calle, montado en una burra,   Queremos parecernos a ese que va montado en un pollino   Admiramos tod...