lunes, 3 de marzo de 2025

@julianreligion y el teatro

 @julianreligion:

¿Qué poso me queda a mí después de vivir la representación?


En primer lugar, hay que decir que no estoy en teatro por casualidad, las casualidades no existen. Este curso tenía que estar en teatro, después de veros el año pasado el estreno de proyecto Laramie.

Luego he de decir que desde bien pequeño me atrajo el teatro y en todas las obras del colegio, allí estuve yo. La primera que recuerdo fue haciendo de padre labrador de esos dos hijos perezosos, que, para hacerles descubrir el valor del trabajo, este se hace el enfermo y en el lecho de muerte les dice a los dos que tiene que entregarles un secreto que a él le traspasaron sus padres y a estos los padres de sus padres, y es que en esas tierras que veían por la ventana, se escondía un tesoro. Y vaya que lo descubrieron, y el padre se sentía tan orgulloso.


Luego, ya de joven, con vuestra edad más o menos, en el colegio donde yo estudiaba, desde el seminario nos propusieron representar la obra de la vida del fundador; y quién pensáis que se presentó para hacer del protagonista, santo en cuestión, pues sí un servidor.

Creo que no se me ha dado la oportunidad, más a delante, hasta el día de hoy. Y estoy bien orgulloso de pertenecer a esta compañía, aunque sea para apretar tornillos, ¿tramoyista? Pues eso, y eh aquí que quiero también aportar mi granito de arena.

Que sepáis que yo también vengo con vosotros como uno más, creo que como todos los que pululamos alrededor vuestra. Con orgullo e intriga por veros sacar ese personaje que llevamos dentro cada uno. A mí me ha tocado hacer de profesor de religión, y así me vengo cada día al instituto, me pongo mi cadena de oro, que se sepa bien que soy de religión, y mis anillos, mi gorra y mi palestino, para que se sepa que yo estoy a favor de la libertad de Palestina. Y sí, todo habla, mis andares, y todo tiene su significado. Y para ello me he tenido que forjar mis personajes...

De donde parte este personaje de Julián profe de reli, pues desde que a los 11 años decide un crio que quiere salir de las cuatro paredes de su pueblo, Dos barrios, y quiere irse a estudiar a Tarancón, con los Padres Somascos, religiosos dedicados a la educación de jóvenes, el origen de la orden religiosa fue cuando en la peste que asoló Venecia en el siglo XVI, San Jerónimo se dedicó a recoger huérfanos.



Y luego va dando pasos, respondiendo a las cuestiones que le presenta la vida, ¿quieres ir a Italia, a Somasca, a hacer el noviciado durante un año?, ¿para después profesar los votos simples? Pues por qué no. Y allá que te va Julián. Siempre totalmente convencido de lo que hacía. Porque a mí trabajar con los jóvenes me va. Y no se me da del todo mal. Y allá que te voy a un ambiente hostil con los españoles, pero que como también había latinos, pues no era todo lo malo, e italianos no son todos tan malos, tampoco. Con un padre maestro de los países del Este, (como Modrick)

De ahí empiezan los pasos importantes, puesto que había que estudiar una carrera, empezando por filosofía y teología, pero entre tanto también se me ofreció la posibilidad de estudiar una carrera civil, Magisterio fue mi elección, claro blanco y en botella, para los colegios que había...

Y llegó el momento de decidir, y lo lloré en un desierto en la sierra Morena de Jaén, en Villapaz, en el Centenillo, en una Pascua en Semana Santa del año --- Puesto que había posibilidad de ser sólo religioso solo con la sotana, o bien dar pasos hasta llegar a sacerdote, primero diácono y luego vestirse de alba y dar misa. Y por qué no, si los jóvenes necesitaban quien les diera misa y con quienes pudieran volcar sus inquietudes, pues ahí que te va Julián, con el corazón encogido, y con compañeros de Magisterio entre los testigos (entre ellos José Antonio Navarrete)

Y seguimos, la verdad es que éramos un grupo de jóvenes religiosos que teníamos mucha ilusión por seguir como comunidad joven, y siendo foco de atracción para muchos otros jóvenes que han terminado casi todos ellos entorno a la educación.

Pero cuando hay un grupo de gente con tanto potencial, los jefes, o las mentes pensantes, de toda la organización de la orden religiosa, nos ve con cierta envidia, y quieren que lo que tenemos en Aranjuez se vea también en otras comunidades de España, he incluso latino américa o África, Y así disgregándonos mataban dos pájaros de un tiro, restarnos fuerza porque llamábamos mucho la atención a su vida relajada y con la excusa de extender nuestra vida comprometida por todas las comunidades de personas mayores, éramos como un soplo de aire fresco que serviría para revivir lo que no había Dios que reviviese. Así nos mandaron, a mí a México, pero no llegue a subirme a un avión. Pues bien, a Santiago de Compostela, un manchego, mal vamos...


Llegué a Santiago un mes de agosto, y estaba lloviendo, qué sorpresa, cuando hasta las sábanas rezumaban humedad, y el verde se metía hasta en los armarios. Pues esto no podía terminar bien, o mejor que terminara cuanto antes. Así y todo, mis padres y mi hermano me llamaron y me dieron una gran alegría, diciéndome que venían a verme no sé si para el puente de la inmaculada o constitución, y yo les dije que subieran con las maletas vacías y hueco suficiente, porque yo me bajaba con ellos...

Y así fue como acabé en mi casa, un cura que no tenía cura. Al ser sacerdote, tienes que seguir diciendo misa. Porque yo no quería dejar de ser cura, pero no así de taxista en una casa de acogida con una labor preciosa con los jóvenes que les tutelaba la Xunta, pero lo que yo hacía era llevar o recogerlos, y dar misa en algunas aldeas de Santiago, que no son pocas.

Así que me veo en casa de mis padres con una mano delante y otra detrás, pero con el sueño todavía fresco de continuar con mis compañeros, nos salimos, 4 o 5, pero curas sólo éramos tres. Y necesitábamos un obispo que nos acogieran, así que el obispo de Cuenca que recogía en aquel entonces a todos los díscolos de todas las congregaciones nos dio la oportunidad de resarcirnos en unos cuantos pueblecitos de la sierra de Cuenca (23 pueblos para tres curas) a menos 15 grados bajo cero en el invierno profundo y carreteras de montaña, nada de autovías o autopistas.


Pero la ilusión nos hacía parecer que eso era lo mejor que habíamos vivido porque al menos no estábamos solos y nos sentíamos protegidos, como grupo o comunidad. 

Pero ahí empiezan las rencillas y las envidias, naturales e inherentes del ser humano. Por lo que la comunidad empieza a resquebrajarse, y a pesar de que nos ganamos una fama en la zona, esto se veía que no tenía mucho futuro cuando el obispo nos nombra párrocos de una serie de pueblos de la Mancha, pero ya no tantos pueblos, sino más grandes. Y ahí yo me planteo que vale ya de gilipolleces, y de andar dando explicaciones o justificarme si me quedaba a tomar una coca cola o me habían invitado a cenar en una familia.

Y me quedo solo en Villaescusa de Haro. Pero ahí redescubro que mi vocación no era de cura de pueblo. Y empieza la maquinaria para dejarlo e irme a mi casa. Pero claro yo seguía siendo cura, y había que pedir dispensa, algo que yo no veía ninguna necesidad. Me voy a mi casa, pero ya había conocido a mi mujer, algo que me sirvió como empuje y apoyo, y nos vamos a vivir juntos, pero sin querer saber nada de la iglesia ni del obispo.

Terminé muy quemado, pero no quería negar aquello que había sido mi leit motiv de mi vida desde joven. Yo había creído que mi vida estaba bien fundamentada en lo que había mamado de la religión, que era vivir lo que Jesús vivió, entre los jóvenes, con una comunidad volcada en la educación de la juventud. Y a mí nadie me podrá borrar eso, por muchas dispensas que me hagan firmar.

A mí también me tuvieron que echar para atrás, o hacer corregir mi testimonio de petición de dispensa, porque yo no quería poner lo que ahí pretendían que dijese. Algo así como que yo nunca había entendido lo que significaba ser cura, y como que había estado fuera de toda norma, como que para mí no había existido el ser sacerdote... Pues eso me dolió, y yo siempre creí que sacerdote se era para siempre... por eso pretendían que yo dijera que no lo había sido nunca. Pero bueno.


Ser algo en la vida es lo que todos deseamos y queremos, y cuando lo que has soñado desde pequeño, se viene abajo, todo el suelo se tambalea, y de alguna forma sigue adelante siendo lo que siempre has sido. No puedes renegar de lo que fuiste, pese a quien pese.

Pretendían que dijera que yo no había sido fiel, ni consciente de lo que el sacerdocio conllevaba, pues eso le dije, ya el tiempo había pasado, y la urgencia al menos por mi parte era recibir el papel, para poder celebrar la vida (con una boda) donde mis amigos y familiares, todos ellos los más cercanos, nos acompañasen. Los que de verdad nos querían y a los que queríamos tener siempre cerca.

Y esto lo que implica que mi vida se vea reflejada en la obra del bar QUE SE TRAGÓ A TODOS LOS ESPAÑOLES. Ya os digo yo que muchos no entenderán la obra, y lo único que se llevarán es un buen momento de risas y desenfado que de verdad transmitís.

¿Pero y vosotros qué os lleváis de esta obra? ¿Qué entendéis? O qué queréis llevaros de la representación una y otra vez de la historia de Jorge, Chistorro, Carmen, la camarera... esa alegría e ímpetu que ponéis, que os sale porque sabéis hacerlo muy bien, ¿qué os deja? Sapore di mare? ¿Qué sabor os deja?

Para saber qué queréis transmitir, hay que saber primero qué regusto os deja la representación y el hecho de ser los RESUCITADORES de los personajes que revivís. Algo que dijo Sanzol y a mí me llenó de optimismo... el teatro revive a aquellos que ya no están, les deja decir algo a esta sociedad, y a todo aquel que se siente en su butaca a escucharos...



Para mí es muy claro: representáis la vida de miles de compañeros que nos hemos salido del sacerdocio, con nuestras luchas y nuestros dimes y diretes, pero que detrás de ese personaje hay una persona, que en este caso soy yo mismo, ahí me veo a mí, veo a mi mujer, y veo a mis hijos...

Pero también veo a todos esos compañeros que no han podido salir, que no han sido capaces, o que no saben hacer otra cosa, y que eso que hacen lo hacen bien. No les juzgo, antes bien, les admiro por ser capaces de seguir adelante haciendo un papelón, el papel de su vida.

Ahí veo a todas esas mujeres que se enamoran de seres de carne y hueso, revestidos con una capa de invisibilidad, que sólo son ellas capaces de vislumbrar. Amores platónicos que muy pocas veces se materializan, y cuando lo hacen quizás han tenido de correr por su cuenta con hijos muy deseados, por ser el fruto del amor, pero que siempre serán madres solteras, cuando su deseo era compartir su vida con un buen hombre.

Ahí veo a los hijos de los curas, como Sanzol, con sus preguntas no resueltas, y que buscan darse una respuesta escribiendo obras tan grandes como la que estamos representando. O que otras veces se han quedado con las dudas, porque hay algo que no se cuenta, detrás de bambalinas siempre hay una historia de fracasos no contada.

Ahí veo a la familia, hermanos, padres, primos, vecinos, que te querían bien, y que tienen que hacerse con una explicación, sea verdadera o no, y que casi nunca es tan comprensible como lo es nuestra obra. Con un final por todo lo alto.


También no dejo de ver a todos los que pasan a lo largo de la vida de los personajes principales: los que le entienden, y quieren acompañar, los que dan simples consejitos sin ser filósofos, ni mucho menos. Los que desde lejos juzgan y observan sin mancharse las manos, porque todos en cierta medida lo que vemos es una vida que envidiamos por haber tenido el valor de torcer, hacer girar su vida, cuando han visto que algo no le hacía feliz, y han cambiado de rumbo hacia algo que sí le llena de luz y felicidad.

No puedo dejar de fijarme en camareros, médicos, enfermeras, policías, monjas, curas, obispos, cardenales, cuando son reflejados con sus humanidades y con sus miserias puestas al descubierto, poniendo a la luz del día toda la miseria del ser humano, al mismo tiempo que su más tierno y simple corazón, que cuando rascas un poco la pátina exterior, te das cuenta de que todos somos eso, hombres y mujeres, con deseos y anhelos, que nadie va a vivir nuestra vida por nosotros.

Los actores de nuestra propia historia, donde cada uno va tomando sus propias decisiones, y eso quiero que nos planteemos, qué queremos dejar de poso en todos aquellos que nos escuchen, pero para eso mismo hay que pararse primero a ver qué poso nos queda a nosotros, visto lo visto...

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