Hola, amigo o amiga, hoy me pongo a escribir con los párpados pesados, bueno todo me pesa, me duele todo el cuerpo, será que como es fin de semana, es el único tiempo en el que tenemos los profesores para poder relajarnos, y es por ahí por donde cuando bajamos nuestras defensas, se cuelan los virus.
Pues, aun así, sí que me han llamado la atención, porque no se puede decir nombres, o no está bien, no sé si se puede o no se puede, pero si es cierto que no está bien, señalar a nadie, quizás sea porque de esta forma alguien se puede sentir ofendido. Claro como hoy en día hay que tener cuidado con todo.
Lo dicho, no puedo decir nombre, lo que me llevará a alargar más la descripción de la persona de la que hablo; porque no voy a renunciar a hablar de historias que son de carne y hueso, con nombre y apellidos, de esos escondidos pero que merece la pena contar, porque no sólo deben tener voz los que cogen un megáfono, sabéis aquello que dicen que las latas huecas son las que más ruido hacen, ¿no?
Así que hoy tengo que animar a seguir avanzando a aquellos que me rodean, aunque sea sin mucho ruido. Y empiezo por una niña que me avisó ayer que era su cumpleaños, si ella no me lo dice, no lo iba yo a adivinar, pero sí que es cierto que se le notaba la luz de su mirada que estaba radiante y quería que le felicitara; además de querer su regalo, que lo tendrá.
Esta niña es una valiente, que llegó de otro lugar, no hace tanto, que ni ella se creía que podría llegar a tener tantos amigos, pero sin saberlo se ha rodeado de los mejores amigos, esos que, sí que merecen la pena, y los que se queden mirando de lejos, allá ellos, puesto que se pierden su luminosidad y tus ganas de seguir creciendo.
Pero es que todo es así, enfrentarse con la mejor de las disposiciones a la vida, sin miedo, con respeto, pero con ilusión y objetivos claros, o no tan claros, pero sí con la determinación de conseguir algo. Esa determinación que te hará levantarte de tu parsimonia, que te hará dejar de lado tu comodidad, sin que nadie te lo tenga que decir, que te haga sustituir a veces el móvil por un buen libro, y así seguir creciendo por dentro, en corazón y en razón.
Y es que si no lees más allá de los WhatsApp, o los subtítulos de la larga lista de TikTok, te vas a quedar sin recursos para poder hablar más allá de como hablan los de la isla de las tentaciones, que bien tienen su objetivo fijado, en que te quedes con la pantalla encendida para ganar ellos más...
Pero está claro que cada uno decide en qué entretener su tiempo, y no solo el que disponemos para relajarnos. Y ya me había desviado de mi amiga, que quiere su regalo, pues el regalo ya lo tienes en camino, va a ser tu futuro, que te estás creando desde ya mismo, con tus intervenciones en la liga de debate, con tu ilusión que hace que tantos otros se fijen en tí con envidia sana, si es que algo de sano tiene envidiar a alguien.Ese regalo de lo bien hecho y que va dando sus frutos, de tu felicidad, de sentirte bien ahí donde estés, porque te lo mereces, todos nos lo merecemos, pero solo unos pocos tenemos la capacidad de reconocerlo sin que nadie tenga que venir a refrendarlo.
Porque no necesitamos de ningún adulador, te aseguro que, si haces realmente lo que debes, y lo haces porque tú mismo quieres, no porque lo dice papá, mamá o el profesor de turno, te vas a sentir más satisfecho, y más orgulloso de ti mismo, antes bien que luego recibirás también las felicitaciones de aquellos que quieren lo mejor de ti, pero que no necesitarás, porque ya tú sabrás que lo estás haciendo bien.
Y es que queremos que todo el mundo nos felicite, que todo me salga bien, que todo me sea aprobado, y para ello ponemos velas, nos arrodillamos como verdaderos devotos, recitamos jaculatorias interminables, o escuchamos programas de coaching, que no digo yo que no esté bien.
Pero se nos olvida hacer lo que realmente me a hacer conseguir los objetivos que me ponga, algo que no es muy popular, e incluso que me va a costar no ser muy popular, pero no lo voy a decir por aquí, porque la receta es individual, y cada uno sabe, pero sólo hace falta recordárselo.
Y conmigo podéis contar, siempre y cuando estés dispuesto a escuchar lo que no te gusta... Pero podéis probar, mi puerta está abierta para, desde fuera, con cariño y sin esperar nada a cambio, decirte eso que esperas.
Esto no te lo van a decir psicólogos, psiquiatras o coaching, porque si lo dijeran perderían clientela, y su hucha dejaría de acumular dividendos; pero que lo sepas, a mí me conviene decírtelo, porque también tengo mi objetivo, que te contaré al final....
Te digo yo que se notan aquellos que tienen objetivo en su vida, porque lo persiguen, pelean por ello y no les importa madrugar, o que llueva, o sino que se lo digan a los deportistas. Pues lo mismo para todo en tu vida. Ningún deportista diría que es sacrificio entrenar un día bajo la lluvia.
Os quiero hablar de otra persona luchadora, aquella que quiere ver salir su obra de teatro a flotes (y no es EL BAR QUE SE TRAGÓ A TODOS LOS ESPAÑOLES) escritora y directora de la misma, que busca tanto un sonido que haga levantarse a los espectadores de su asiento, como espolea a los actores para que no se relajen... Ella sabe que no hay sueño que repare la ilusión por ver el trabajo bien hecho, desde la gestación del texto, hasta su puesta de largo...
Podría referirme también a un amigo que sigue trabajando hasta que logre sacar la nota que le permita dedicarse a su ilusión de toda la vida, poder estudiar para llegar a ser el mejor cirujano, y lo logrará, pese a quien pese, y gracias a los que le han puesto toda serie de impedimentos.
No puedo dejar de nombrar aquí a mi hijo, a este sí que le puedo poner nombre, porque soy su padre y porque me doy el permiso, y el lujo de poder decir que me siento muy orgulloso de él. Las circunstancias son las que son, y no podemos cambiarlas, pero si es verdad que cada uno decide cómo toma las riendas en sus manos, o cede el puesto para que otros le dirijan. Y él está empezando a tomar las decisiones que mejor le convienen.
Desde los 10 añitos, lo segundo que me preguntó cuando les tuve que decir que mamá había muerto, era que, si él iba a tener cáncer, a lo que yo no puedo nunca decir que no, porque no sabemos nada del futuro, pero que, si era por lo de mamá, le podía asegurar que no, al igual que si me dice alguien que si se va a morir... pues hombre, todos, algún día, espero que más tarde que pronto... pero es algo que no podemos quitar de nuestro destino, nuestro libro es finito.Pero ahora mismo es él mismo el que habla de la enfermedad de mamá con sus profesores, y les da testimonio de lo que habíamos vivido durante la enfermedad, algo que les ha creado corteza y una experiencia de la que hemos aprendido tantas cosas.
Y a lo que iba, ahora se preocupaba porque el otro día en clase, se atrevió a contar su experiencia con el cáncer, y no quería que sus compañeros le trataran de diferente forma, o sea que no les diera pena.
A lo que yo le tuve que reclamar su valentía y orgullo al decidirse a compartir algo que vamos teniendo más sanado, y que nos permite enseñar las cicatrices, como muestra de las batallas pasadas; además de hacerle ver que todos aquellos que le miren ahora, verán en él a un héroe, más bien que a un miedoso.
Ahora también tuve que recordarle que depende de nuestra actitud a partir de ahora, sería así como le mirarían. Si tiene miedo, le tratarán como miedosos, si das pena, te tratarán como lo que das, pero que nadie se confunda, a pesar de ponernos en nuestro lugar siempre habrá quienes nos quieran ver de manera diferente a como nosotros somos; no somos ni héroes, ni llevamos capa, pero tampoco somos temerosos o temibles...
La vida nos ha dado la oportunidad de vivir junto a una mujer que siempre fue ella misma a pesar de sus circunstancias, que sabía muy bien lo que quería, y que peleó por sus sueños; y no podemos dejar de hacerlo, porque así lo vivimos con ella, el tiempo que la vida nos permitió, y así estoy seguro de que es lo que queremos mis hijos y yo seguir viviendo.
Y aún hay más, pero los tengo que ir descubriendo, para que, sin decir sus nombres vayamos tomando nota y aprendiendo a tomar las riendas de nuestra vida, para evitar que se nos vaya de las manos, porque te aseguro que, si no eres capaz de tomar en tus manos el timón, otros lo harán, o estaremos a merced de los vientos...Y cuál es mi único objetivo este curso, y me atrevo a compartirlo contigo, ahora que has sido capaz de llegar hasta aquí. Primero voy con un único objetivo para este año, porque es mejor marcarse metas a corto plazo, para luego ir consiguiendo definir la meta en un futuro. Ahora bien, mi principal objetivo, lo voy diciendo a quien me escucha, es que haya más gente con los que pueda disfrutar en mis clases de religión, porque tengo que decir que este año estoy disfrutando en mis clases, como nunca.
Y espero poder seguir haciéndolo por muchos años, más. A pesar de las quejas de alguno de mis alumnos, sé que todos nos lo vamos pasando bien, además de trabajar aprendemos, aunque sea poco, pero es enjundioso.
Y para este objetivo, necesito contar con la colaboración más o menos explícita de los que me leéis o escucháis.
Necesito poder llenar mis aulas de personitas que quieran descubrir más cosas de la vida, tomando como escusa la religión, y esto no quisiera que me lo leyeran los que mandan, pero es que es así; pretendo que vayamos creciendo como personas, vamos como cualquier profesor de cualquier asignatura, o como cualquier padre... o preguntadles.
En el fondo todos queremos lo mismo, seguir avanzando, para que nuestra vida sea más enjundiosa, vamos más valiosa, y más llena de contenido, de sentido, de que vayamos descubriendo entre todos, lo que mejor nos conviene en cada momento, peleando las pequeñas luchas de cada día, para cuando tengamos que enfrentarnos a la verdadera batalla de la vida; esto es sólo un entrenamiento.
Pero es ahí donde cuento con todos los aquí presentes. Mi labor callada, no quiero salir en los periódicos, es esto mismo, que todos vayamos creciendo. Y quiero que se contagie en donde estoy y con quien me encuentro por los pasillos, en la calle, o en la cafetería. Y eso es lo que vivimos en nuestras aulas.
Que mis clases todavía no son lo estupendísimas que algunos quisieran, pues porque estoy creciendo día a día como profesor y como persona, pero también crezco con quienes están dispuestos a crecer; sólo así se puede avanzar, puesto que con quienes no están dispuestos a trabajar, no vamos a llegar a ningún sitio.
Así que aquí lanzo mi reto, la pelota está en tu tejado, podemos ser muchos más los que hagamos que las clases de religión lleguen a más personas, podéis contarlo por ahí; y si no sabéis qué se hace, pues preguntadle a los que estamos en mi horario... O preguntadme a mí, que soy accesible y creo que tenéis la suficiente capacidad como para encontrarme... hasta en las redes.
......... No iba a contarlo, porque no viene a cuento, o sí; pero, para terminar, quería poner un ejemplo de una de las clases que más me ha gustado de esta semana pasada, mi trabajo y mis nervios me costó.Fue tal que así, el lunes tengo una guardia con un 4º de la ESO, donde tengo la suerte de ver que hay alumnos míos de religión y otros que no lo son.
Pues, entre otras cosas, les propuse a dos alumnas que si podían venir el próximo día a mi clase a explicar su religión (musulmana), sin pensárselo mucho, creo que ya se les veía en su mirada, que iban a decir que sí; pero no fue todo ahí, cuando al día siguiente, día en cuestión, pues me propuso la profesora de atención educativa, a la que tuve que pedir permiso para que vinieran estas dos alumnas, que si toda su clase también podría participar en esa clase tan especial.
Pues así fue, casi sin pensarlo mucho, porque hay cosas que como las pienses mucho no lo haces..., se preparó una clase, que se hizo corta, en la que hubo muchas y muy buenas intervenciones, y a lo que tengo que decir, que estemos más de acuerdo o no en ciertas creencias, he de reconocer la valentía y la fortaleza en la que describieron cuál es su manera de vivir la religión; y ahí salieron temas tan valiosos como el velo, el matrimonio, la oración, la limosna, el ramadán, el haram, ... y hasta la guerra santa. Pero no os voy a contar más, porque si no estuvisteis, podéis preguntar a algunos de los alumnos de cuarto que sí que pudieron asistir... O de otra forma, pues el próximo curso apuntaros a religión y podremos ver en persona cómo se desarrollan las clases.
La pregunta al entrar en clase siempre es, a ver qué sorpresa nos depara hoy la clase de Julián, pero también para mí, porque os puedo asegurar que a mí también me sorprenden algunos de mis alumnos... no todos...
Gracias por compartir, por llegar hasta aquí, y por plantearte si el año que viene por qué no disfrutar en mis clases...
Un saludo a todos los valientes que me leen...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, respeta al autor, y siempre se puede comentar, aportando algo más, nunca para restar o menospreciar.